
17 agosto, 2018
Fragmentos de libertad

Fragmento 1
«Cuentan que hace mucho, mucho tiempo, en el reino subterráneo donde no existe la mentira ni el dolor, vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos. Soñaba con el cielo azul, la brisa suave y el brillante sol. Un día, burlando toda vigilancia, la princesa escapó. Una vez en el exterior, la luz del sol la cegó y borró de su memoria cualquier indicio del pasado. La princesa olvidó quién era, de dónde venía. Su cuerpo sufrió frío, enfermedad y dolor. Y al correr de los años, murió. Sin embargo su padre, el rey, sabía que el alma de la princesa regresaría, quizás en otro cuerpo, en otro tiempo y en otro lugar, y él la esperaría hasta su último aliento, hasta que el mundo dejara de girar…»
Y esa misma noche comenzó la guerra entre venezolanos y gobierno, y todo se puso de color rojo, en las calles se obligaba a obedecer por obedecer, así, sin pensarlo. Esa misma noche se desvanecía una patria entre consignas, se apagó una estrella, el caballo blanco desvió la mirada, el llanto se volvió nuestro himno, himno de madres que no tenían que darle a comer a sus hijos, y en ese momento quizás pensé en Liesel y en todo lo que debió sentir frente a la quema de libros para celebrar el cumpleaños de Adolf Hitler en la Alemania Nazi; y con el mismo sentimiento de pérdida muchos nos hicimos nuestros propios caminos de libertad.

El 15 de noviembre de 2015, decidí quemar las naves, me aventuré sin pensarlo como lo hizo Max cuando descubrió donde viven las cosas salvajes. Llegué a Colombia con las manos vacías y mi cabeza llena de creatividads ideas tenían hambre, hambre de comenzar de nuevo. Esto ya me parecía curioso, casualidad, causalidad o suerte, porque ya lo había escrito Carroll: “Tantas cosas fuera de lo común le habían ocurrido últimamente, que Alicia había comenzado a pensar que muy pocas cosas en verdad eran realmente imposibles”, un pensamiento tan deseado que le abrió las puertas al país de las buenas ideas.
Así comenzó el festival de las reuniones creativas donde el sombrerero no era más que aquel mismo hombre con la luna por cerebro, agradecido por ver tantas ideas cobrar vida donde la pasión se pone los guantes para luchar contra el tiempo, así, con menos tiempo para no pensar que quizás esta no es mi libertad, porque mi verdadera libertad se vestirá de conejo blanco para decirme que el tan anhelado momento llegó, el momento de ver a mi Venezuela libre.

De pronto esa princesa soy yo, nací en el 88, reencarnada a través de los ojos de René Saavedra, el publicista que esquiva en su mensaje “No” el doloroso pasado de la dictadura en Chile. “La creatividad es un elemento fundamental que puede cambiar las cosas.” Entonces cuando las cosas realmente cambien, podré copiar y pegar este último párrafo:
«Y se dice que la princesa descendió al reino de su padre y que ahí reinó con justicia y bondad por muchos siglos, que fue amada por sus súbditos y que dejó detrás de sí pequeñas huellas de su paso por el mundo, visibles sólo para aquel que sepa donde mirar…».